viernes, 23 de marzo de 2012

¡Al fin es viernes! (II)


Mis queridos lectores, ¡al fin es viernes! Apuesto a que ya no veían la hora para que esta temblorosa semana terminara ¿cierto? Vaya que fueron días de intenso ajetreo, literal. Desde el martes, con el temblor de 6.6, 7.4, 7.6, 7.8 (de tantos números que dieron, eso ya parecía puja: ¿quién da más?, ¿quién da más?) y sus ciento y tantas réplicas, el tema del fin del mundo se puso de moda nuevamente (como si estar en 2012 no fuera suficiente) al grado de que por las redes sociales se difundió enormemente que ayer nos llevaría el chahuistle por ahí de las 5 de la tarde por un mega terremoto que iba a ser producto de un reordenamiento de placas(¡por favor! Hay que estar ciertos en algo, este tipo de fenómenos NO se pueden predecir). 

Pero bueno, toda esta introducción era para decirles que tanto escuchar de temblores, mayas y fin del mundo en estos días me ha dejado harto y con una enorme sed de contarles algo altamente superficial (es que lo mío, lo mío, son las cosas banales). Y es que ¿qué sería la vida sin los mundanos placeres de la estética y el shopping (hay quien le dice “chopping” o “ir de compras”, que eso me suena más a que van por la despensa, pero allá ellos). 

Pero bueno, resulta que en Brasil no solamente están combatiendo la pobreza y la desigualdad social muy efectivamente. Ellos quieren estar a la vanguardia en todo lo que tengan oportunidad y está muy bien por ellos, pero mientras, los mexicanos andamos cada vez más jodidos. En fin, pues resulta (y para quien no lo sabía muérase de la envidia justo ahora), que en Brasil existe una legión de clínicas, entre ellas la de la Sociedad Brasileña de Medicina Estética que traen consigo la muy arraigada filosofía del precursor de los tratamientos de belleza en Brasil (y reconocido en todo el mundo), Ivo Pitanguy. Dicha filosofía dicta que la belleza en el país, uno de los más obsesionados por la estética, es un derecho, y que los que menos tienen también merecen poder embellecerse. Es decir, dan tratamientos gratis. ¡¿Qué tal?! A eso le llamo yo una sociedad democrática, ¡qué sufragio universal ni que nada!

Además, no crean que por no tener con qué pagar se les dan los tratamientos más jodidos ¡no! Se les ofrece lo último en el medio. Inyecciones de bótox, depilaciones con láser, exfoliaciones químicas, tratamientos contra la celulitis y la flacidez de a grapa podrían parecer algo sumamente insustancial en un país donde, a pesar de los buenos números que presenta en casi todos los rubros, aún se tiene que luchar contra enfermedades como la tuberculosis o el dengue.

Pero ellos defienden que la belleza es más que epidermis y afirman que al tratar lo que sus pacientes ven como fallas físicas, muchas veces también están dando cura a las sicológicas (cirujanos plásticos del mundo uníos).
Pitanguy, quien se dice que es el segundo brasileño más famoso del mundo (tan sólo detrás de Pelé), fue el precursor no sólo de la filosofía sino que además la llevó a cabo. Hace más de cincuenta años abrió un ala de cirugía para ayudar a atender a los pobres en el hospital Santa Casa de Misericordia en Río.Otros hospitales han hecho lo mismo desde entonces. Ahora, al menos dos decenas de hospitales públicos en Río ofrecen cirugías cosméticas con descuentos o, algunas veces, gratis a las personas de menores ingresos. A nivel nacional, más de 220 hospitales ofrecen procedimientos gratuitos o con descuento (y aquí uno está de plácemes cuando después de horas de lapidario trato burocrático, finalmente lo atienden en el Seguro… cuentan, la verdad es que yo no me trato en esos lugares #ayaja).

Lo más fantástico de todo es que actualmente, el Senado está debatiendo si vuelve obligatorio que el servicio nacional de salud pague por la reconstrucción de senos a pacientes con cáncer. La oficina financiada por el Gobierno paga las gastroplastías para los obesos mórbidos y algunas cirugías reparadoras, como el labio leporino infantil.

Sin duda, existe un abismo entre la idiosincrasia brasileña y la nuestra. Si bien el culto a la belleza tampoco me parece lo más sano, el tratar estos temas con naturalidad facilita y aligera muchos traumas existenciales a quienes aspiran a estos tratamientos y a quienes tienen la posibilidad de llevarlos a cabo. 

Ahora recuerdo que de lo que quería platicarles en un principio era sobre las cazadoras de semen que traen vueltas locas a las autoridades en Zimbabwe. Resulta que las mujeres presuntamente usan el esperma de sus víctimas para rituales; su modus operandi es recoger a hombres viajeros en las carreteras para luego drogarlos y obligarlos a tener sexo. Ya sé, esta nota iba más ad hoc al lujurioso ánimo del viernes (no se hagan que la Virgen les habla, si bien que son muy de esos… cochinotes), pero la había olvidado y ni modo, no se puede todo en esta vida.

Ahora sí, me despido a la vez que los invito a aplicar la filosofía ZEN este fin de semana: animenZEN, cuidenZEN, abracenZEN, apapachenZEN y diviértanZEN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario