Lectores y lectoras, hoy estamos
a 29 de marzo, es decir a sólo unas cuantas horas de que comiencen oficialmente
las campañas electorales (¡qué emoción!... ok, no). Sin embargo yo, no sé
ustedes, por un momento ayer pensé que
era primero de septiembre.
Para quienes no se enteraron, Felipe Calderón organizó tremenda
pachanga propagandística en el Auditorio Nacional (aunque él dice que se
tapa un ojo, se tapa el otro y CERO que ver que el evento haya tenido tintes
electorales… ¿y su nieve la quiere con piquete?) a nivel de informe presidencial.
Y por la noche asistió a Tercer Grado,
el programa de debate por excelencia de Televisa debido a que cuenta con los mejores
(dicen) periodistas (también dicen) de la empresa (ah sí, también aparece Adela
Micha) y ahí habló de casi todo.
Muchas cosas fueron las que me
llamaron la atención, sin embargo, hubo algo que me saltó particularmente
(igual y fue en verdad la importancia de la nota o simplemente la oportunidad
que tendría yo de joder al prójimo), y fue que el presidente dijera que,
palabras más palabras menos, él veía a
Magos (así es como me pide que la llamé cuando nos vemos para tomar el café
en Los Pinos) en la silla grande en 2018.
Lo primero que me vino a la mente fue: “qué se me hace que Calderón tampoco cree en Josefina”, digo, y es que tan no confía que tuvo que armar el circo tamaño Cirque du Soleil
(aunque de calidad Fuentes Gasca) para darle un empujoncito que, así como está
la percepción de la sociedad acerca de Felipe, a ver si en lugar de ayudarla no
la enloda más (sí, aunque lo duden, yo creo que todavía se puede) y ella
termina diciendo “¡no me ayudes, compadre!” (ya la vi *pone ojitos de ilusión*).
Otra cosa que me movió mucho y me
hizo reír fue que cuando le preguntaron por su supuesta intolerancia hacia Peña
Nieto, Calderón lo negó (pues ni modo que dijera: “sí, y además se me hace tan
feo como pegarle a Dios en Semana Santa”) y después dijo que él toleraba a los
4 candidatos. Es decir, no los respeta, no los aprecia, no, nada de eso… él
sólo los tolera, y es que si analizamos lo que para él significan Peña y López
Obrador (a Quadri seguro ni lo conoce y le da lo mismo tolerarlo o no), yo me
pregunto: ¿también Josefina le cae como gancho al hígado? ¡Puede ser, eh! Yo
digo que mucho, mucho, no la quiere.
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