martes, 24 de abril de 2012

AMLO, de encuestas y debates.


Parece ser que eso de desconocer las encuestas no es parte de los cambios que trae consigo “el nuevo” López Obrador. Las descalificaba hace años y las sigue descalificando ahora, con la diferencia de que antes sólo descalificaba a aquellas que no le daban el primer lugar (que eran más o menos la mitad de las que se publicaban) y ahora las descalifica a todas (porque ninguna lo beneficia, esa es la verdad), ni siquiera las que levanta su propio equipo de trabajo. Asunto que el mismo tabasqueño reconoce abiertamente, de hecho, se ve en la forzosa necesidad de descalificar aquellas en las que aparece en segundo sitio. Ya no sabe ni a quién creerle, lo compadezco. 

Si yo fuera él, le daría crédito al menos a una que otra, porque eso de andar desconociendo como Judas tampoco está paique para sus seguidores, digo, de algún lugar deben de sacar la creencia (por más falsa y alejada de la realidad que se encuentre) de que tienen la posibilidad de ganar. 

En otras cosas, aunque también sobre AMLO, me sorprende que descalifique la decisión de Peña Nieto de no participar en el debate convocado por la periodista Carmen Aristegui. Haciendo de lado lo que yo opine al respecto, lo cierto es que López Obrador se olvida de que en 2006 él mismo decidió no participar en el primer debate organizado por el IFE, decisión que no justificó debidamente y que se tradujo, como todos vimos, en una debacle en las encuestas. 

El día de hoy López Obrador dice que el candidato del PRI tiene miedo a debatir ideas y propuestas, exactamente lo que se dijo del mismo Andrés Manuel en las pasadas elecciones presidenciales. Ante las obvias inquisiciones que se le hacen al candidato de las izquierdas sobre el tema, él ha decidido decir la verdad, bueno, al menos la suya. Ahora resulta que se negó a participar en aquél ya histórico debate porque sabía que sería víctima de un complot por parte de “los poderes fácticos” y bla, bla, bla, todo lo que suele decir. La verdad es que esa ha resultado ser la mejor respuesta para cualquier cosa que se le critique con respecto a su pasado. Que el debate, complot; que la chachalaca, complot; que el plantón en Reforma, complot. A ver si ya va cambiando de discurso porque la verdad es que se está volviendo monótono y sólo provoca hastío.

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