Parece ser que eso de desconocer
las encuestas no es parte de los cambios que trae consigo “el nuevo” López
Obrador. Las descalificaba hace años y las sigue descalificando ahora, con la
diferencia de que antes sólo descalificaba a aquellas que no le daban el primer
lugar (que eran más o menos la mitad de las que se publicaban) y ahora las
descalifica a todas (porque ninguna lo beneficia, esa es la verdad), ni
siquiera las que levanta su propio equipo de trabajo. Asunto que el mismo
tabasqueño reconoce abiertamente, de hecho, se ve en la forzosa necesidad de
descalificar aquellas en las que aparece en segundo sitio. Ya no sabe ni a quién
creerle, lo compadezco.
Si yo fuera él, le daría crédito
al menos a una que otra, porque eso de andar desconociendo como Judas tampoco
está paique para sus seguidores, digo, de algún lugar deben de sacar la
creencia (por más falsa y alejada de la realidad que se encuentre) de que
tienen la posibilidad de ganar.
En otras cosas, aunque también
sobre AMLO, me sorprende que descalifique la decisión de Peña Nieto de no
participar en el debate convocado por la periodista Carmen Aristegui. Haciendo
de lado lo que yo opine al respecto, lo cierto es que López Obrador se olvida
de que en 2006 él mismo decidió no participar en el primer debate organizado
por el IFE, decisión que no justificó debidamente y que se tradujo, como todos
vimos, en una debacle en las encuestas.
El día de hoy López Obrador dice
que el candidato del PRI tiene miedo a debatir ideas y propuestas, exactamente
lo que se dijo del mismo Andrés Manuel en las pasadas elecciones presidenciales.
Ante las obvias inquisiciones que se le hacen al candidato de las izquierdas
sobre el tema, él ha decidido decir la verdad, bueno, al menos la suya. Ahora
resulta que se negó a participar en aquél ya histórico debate porque sabía que
sería víctima de un complot por parte de “los poderes fácticos” y bla, bla,
bla, todo lo que suele decir. La verdad es que esa ha resultado ser la mejor
respuesta para cualquier cosa que se le critique con respecto a su pasado. Que
el debate, complot; que la chachalaca, complot; que el plantón en Reforma,
complot. A ver si ya va cambiando de discurso porque la verdad es que se está
volviendo monótono y sólo provoca hastío.
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