Si hemos de creer en las encuestas, podemos decir que la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, cometió un acierto —porque no sólo los errores se cometen, sino también los aciertos— con el “golpe de timón” que anunció en la semana reciente.
Porque no sólo detuvo la tendencia de su candidatura a la baja —muy cercana a la caída libre—, que había provocado la cadena de errores y horrores que cometieron sus colaboradores y ella misma, sino que todas las encuestas marcan claros números al alza, al grado que se alejó hasta colocarse a casi diez puntos del tercer lugar,que ocupa el candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador.
Y el cambio de estrategia resultó tan exitoso que, en las encuestas de ayer lunes, la señora Vázquez Mota se aleja casi diez puntos de su perseguidor, López Obrador, al tiempo que se aproxima a 20 puntos de distancia del puntero, Enrique Peña Nieto. Y sin duda que 20 puntos son lo más parecido a un abismo, sobre todo en una campaña a la que sólo le restan menos de 80 días.
Lo curioso del asunto, es que si bien la candidata del PAN recupera terreno y se consolida con 30% de las preferencias electorales, ese avance no se produce a costa de reducir simpatizantes al candidato del PRI, lo que sería lo deseable.
La realidad es terca y ratifica que los puntos que gana Vázquez Mota se los quita tanto a López Obrador como a la masa de indecisos.
Por eso la pregunta obligada. ¿Por qué razón, al tiempo que la candidata del PAN recupera terreno, el del PRI, Enrique Peña Nieto, continúa creciendo y ratifica que es un aspirante teflón?
Una primera respuesta podría señalar que las preferencias electorales en torno al desempeño electoral del PRI y del PAN son el mejor ejemplo de la esquizofrenia político-electoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario