viernes, 20 de abril de 2012

¿Dónde quedó el cambio, Andrés Manuel?


De las cosas que no me convencían de Andrés Manuel López Obrador cuando era Jefe de Gobierno del DF, algunas eran la falta de compromiso que tenía  hacia las causas de los sectores sociales más desprotegidos de la Ciudad, llámese mujeres, homosexuales, gente con capacidades diferentes (cómo me caga esta definición, es como cuando se les dice a los ancianos “adultos en plenitud”, la verdad es que ¿a cuántas personas mayores de 65 años han visto ustedes vivir plenamente?), etcétera. 

De hecho, dos de las más controversiales leyes aprobadas en lo que va del sexenio de Marcelo Ebrard como ejecutivo del DF (la despenalización del aborto y la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo) fueron boicoteadas por el entonces jefe de gobierno, AMLO, para que no fueran aprobadas en la ALDF. Por supuesto que estas decisiones tenían fines meramente electorales puesto que, dichas leyes eran (y siguen siendo) tan controversiales que a López Obrador no le convenía apoyarlas porque podría traducirse fácilmente en la falta de apoyo por parte de los sectores más conservadores del país (que finalmente sucedió). 

Ahora, muchos años después, el candidato de las izquierdas se presenta ante los electores como un hombre vanguardista, propositivo, moderno y comprometido con las causas sociales (y por dichas causas asumo yo que se refiere a aquellas que persiguen todos los sectores de la sociedad y no sólo de unos cuantos). Sin embargo, en su reunión con la CEM (Conferencia del Episcopado Mexicano) en donde, por supuesto, se le cuestionó su postura ante los temas de aborto y bodas gay, AMLO respondió tal y como lo hizo hace seis años, es decir, se desentendió de dar una postura personal y propuso que fuera la ciudadanía misma quien decidiera, mediante plebiscito, qué hacerse respecto a dichos temas. ¿De verdad, Andrés Manuel? ¿Fue lo mejor que se ocurrió? No se puede hacer partícipe a la población en general de la toma de decisiones de temas tan delicados.

Si bien la respuesta no me sorprendió, no dejó de decepcionarme. Al menos los otros dos respondieron de una manera más legalista, diciendo que la resolución a tales controversias debía resolverse localmente en cada uno de los estados. López Obrador se empeña en querer demostrarnos que hoy es una persona distinta, lo suficientemente audaz como para haber aprendido de sus errores, sin embargo, aún deja entrever aspectos que demuestran que su cara conciliadora, nuevamente, es meramente electoral.

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