martes, 17 de abril de 2012

Calderón y la niña de sus ojos

Recordarán ustedes que a todos los candidatos a la presidencia, el gobierno federal les ofreció seguridad personal, hubo quien no la quiso, aunque bueno, esa ya es harina de otro costal.
El punto es que cuando hablaban de “seguridad personal” yo me imaginaba a gente del Estado Mayor Presidencial haciéndola de guardaespaldas (o bueno, más o menos así), algo casi casual, vamos. Sin embargo, gran sorpresa fue la que me llevé en días anteriores cuando me di cuenta de que el gobierno de Jelipe no se anda con niñerías (bueno, algunas veces sí, en otras también, pero para compensar, en ciertas circunstancias se va al otro extremo) y mucho menos si se trata de la niña de sus ojos (aunque él hubiera preferido niño, pero dicen que una vez en brazos no queda de otra mas que quererlos), y no, no hablo de Elba Esther (ella es la niña de los ojos del gobernador de Puebla), sino de Josefina.
Y es que en su reciente visita a Tamaulipas llegó resguardada como cuando Bush visitaba Afganistán (bueno, dicen algunos que hay zonas de dicho estado en que se darían de santos viviendo “tan tranquilos” como en el país asiático, ya saben, las cosas lindas que nos deja el PAN para que no se olviden fácilmente sus años en Los Pinos), así es, militares, marinos y agentes de la SSP escoltaron a la candidata panista por doquiera que ella anduvo (no sé ustedes pero para mí y para las reglas establecidas por el IFE para la campaña presidencial esto marca un claro favoritismo por parte del gobierno federal), apuntalando, incluso, a asistentes y curiosos en un evento en Tampico, donde amenazó con sacar a los narcotraficantes de la ciudad (y quienes, por cierto, ni se dieron por enterados). Con una tanqueta protegiéndome la espalda ¡hasta yo lo prometo!
Pero bueno, como será de esperarse el Instituto no impondrá sanciones al gobierno federal como no los impuso al PAN por los famosos spots de los pisos puestos por Josefina (y yo que decía que habían sido los albañiles, ¡pero no!), que ya tan faltos de credibilidad están que deberían de quitarlos, y como tampoco los impondrá a Felipe por andar haciendo proselitismo en Cartagena de Indias (aunque de eso hablaré en otra entrada). Y decían que tan claras y definidas estaban ya las reglas del juego, basta ver que hoy todo mundo se las pasa por donde mejor les parece.

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