El panista Rafael Moreno Valle
(porque aunque haya llegado por medio de una coalición a la gubernatura de
Puebla, no puede negar la cruz de su parroquia) se está metiendo cada vez en
camisa de once varas. Al igual de lo que ocurre con Gabino Cué en Oaxaca y con
Malova en Sinaloa, el gobierno del cambio en Puebla está dejando mucho que
desear (y que conste que no es que no me alegre de que haya llegado la
transición a dichos estados sino que, como lo vimos con el gobierno, no sólo
basta con quitar al partido hegemónico, también hay que aplicar un cambio real en
el ejercicio del poder), la gente esperaba mucho más de lo que está recibiendo
como recompensa al voto de confianza que se le depositó al fiel amigo de Elba
Esther. Y tan amigo es de la maestra que parece que ya le agarró sus mañitas
(sólo algunas, no todas… hay que darle cierto crédito al gobernador).
Resulta que la Comisión de Acceso
a la Información Pública (CAIP) solicitó al gobierno de Moreno Valle que haga
público el nombre de la empresa responsable de los trabajos de remodelación de
la residencia oficial poblana, que ascendieron a la friolera cantidad ¡¡¡17.4
millones de pesos (¡le cobraron como si despachara desde las Lomas de
Chapultepec!)!!! En definitiva les voy a decir a todos quienes andan pidiendo en
la calle y el transporte público de la Ciudad de México, y que dicen venir de
la comunidad más pobre de la sierra de Puebla (y que parece que pegaron muy
bien porque ahora hasta los que se ve que nacieron, crecieron y morirán en los
alrededores de Santa Martha Acatitla dicen que vienen de la serranía poblana),
que mejor vayan a esperar a Rafael afuera de su residencia porque ahí es donde
se da la lana a destajo.
La dependencia publicó el monto
de las obras que se realizaron en febrero de 2011, tras el arranque del sexenio
del panista, y que se contrató por adjudicación directa (nada de concursos,
nada de licitaciones públicas, no, a dedazo), pero reservó la información sobre
el nombre de la empresa y el contrato respectivo.
Sin embargo, la Secretaría de la Infraestructura
(cada forma que se les ocurre ahora para nombrar a las dependencias
gubernamentales) sostuvo que al hacer pública dicha información “pondríamos en
riesgo la vida, la seguridad, la salud, los bienes, así como a las personas que
habitan y laboran en dicho inmueble” (pues ni que hubieran contratado a un
grupo criminal organizado para las remodelaciones, ¡¿qué pedo con la excusa?!).
Sin embargo, aquí lo más jocoso
es que los números nomás no concuerdan, porque uno es el que da el gobierno y
que ya está asentado párrafos arriba, y el otro es el que ¡también da el
gobierno! y que está documentado en el Anexo de Inversiones Públicas del Primer
Informe de Labores del mandatario, donde se asevera que el gasto total ascendió
a ¡¡66.6 millones de pesos!! Es decir, casi nada, lo que uno se podría gastar
en una cena casual con los amigos una noche de sábado.
Y claro, en el desmenuzamiento de
dicho documento ya se puede ver cuánto se gastó en cada cosa dentro de la
residencia. Nada más para darles un ejemplo, la reforma de la palapa (como si
se tratara de la energética o laboral) y la alberca costó 13.3 millones de
pesos (¡¿pues nadan con delfines o qué onda?!). Total, los altos niveles de
marginación que vive la población en el estado de Puebla pueden esperar a ser combatidos,
las áreas de recreo del gobernador, ¡¡ni-máiz-palomas (sic)!!
Me pregunto, los gobiernos
panistas ejercen el poder para su beneficio personal o para el de la ciudadanía
que los eligió. Hasta el momento, tanto el gobierno federal, como el de algunos
estados hacen que me decante por la segunda opción.
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