Como seguramente se habrán
enterado, el día de ayer se desató una serie de dimes y diretes en las redes
sociales entre los López, Obrador y Dóriga, cada quien defendiendo sus puntos
de vista y todo por el debate al que AMLO no asistió en 2006.
El primer López aseguró en el
programa de Carmen Aristegui (y en donde le presten espacio) que si decidió no
asistir al mencionado debate fue porque él poseía información fidedigna de que
el segundo López transmitiría en su noticiero que el primer López había perdido
el debate, todo como parte del complot mediático que se cernía sobre él.
Por supuesto que al segundo López
se le pusieron los pelos de punta e inmediatamente desmintió toda la información
y llamó mentiroso al primer López, quien solicitó derecho de réplica en Televisa
para debatir con el segundo López, quien le dijo que sí, pero en Radio Fórmula,
lo que no le gustó del todo al primer López ni a sus seguidores.
Yo lo que veo aquí es que esos
puntitos que el primer López ha subido en las encuestas últimamente como que lo
han envalentonado y han hecho que salga la parte que todo mundo conoce de él,
la corriosa, la conflictiva.
No es que yo prefiriera una
actitud pasiva de ninguno de los 4 candidatos ante algún ataque directo ni nada
por el estilo. Lo que sí no me agrada para nada es que el primer López retome
el discurso que tanto utilizó a lo largo de los 5 años que estuvo de precampaña
y que tanto hastió a la población. Ese discurso donde se victimiza y se pone
como el último mártir de la politiquería mexicana, acusando a “los grandes potentados”,
a “la mafia en el poder” de ser quien estuvo en el backstage de su derrota en
2006.
Ya que AMLO dice contar con las
mejores propuestas pues entonces que las comparta, que sea eso de lo que hable
y no de fantasmas del pasado que a la larga, lo único que lograrán será dejarlo
justamente ahí, en el pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario