Ayer platicaba yo con mi hermano
(quien simpatiza con la izquierda) y me preguntó que qué estaba pasando con
Josefina y me comentó que le preocupaba que de plano no estuviera dando una, no
porque no quisiera que perdiera sino porque alarmaba ver cómo una candidata con
tanto potencial (más por el partido que la postula que por sus aptitudes
personales) se estuviera desinflando tan rápido, tan gachamente y tan sin
vuelta atrás... además de que pensaba que era un poco más inteligente. Él no es usuario frecuente de redes sociales y se entera del día a
día en las campañas electorales por lo que lee en los periódicos y lo que
escucha en la radio (porque los noticieros no figuran entre los pocos programas
de tele que ve).
Todo esto viene a colación porque
hace unas horas, en una entrevista que dio a Radio Red, Chepina se quejó
amargamente (aunque sin victimizarse, asegún) de la campaña de desprestigio y
difamación que sobre ella caía en las redes sociales. La guerra sucia, pues,
sólo que a un nivel mucho más viralizado de la que ella coordinó en 2006 contra
López Obrador (porque no se le olvide que esa sí fue una campaña de
desprestigio, reconocido incluso por el TRIFE, y en la que ella tuvo una
actividad primordial… y todavía hay quien duda que el karma existe).
En dicha entrevista, la
blanquiazul comentó que era una fortuna contar con esos medios de comunicación
pero que los usuarios ya se estaban manchando con sus comentarios contra ella,
pero no sólo eso, también le echó la culpa a los de la “República Amorosa” (que
lo diga ya con todas sus siglas, total, qué tanto es tantito), diciendo que
ellos han provocado una serie de ataques sin límite alguno (pues no, en redes
sociales a eso se le llama libertad de expresión, aunque no sé si ella ese
término le suene familiar).
Personalmente no creo que sólo
sean los de la izquierda quienes le estén pegando, la verdad hasta azules ha de
haber entre todos los que diariamente la atizan con toda clase de comentarios
burlones, sarcásticos, ácidos y hasta insultantes (pues sí, de todo hay en la
venia del señor don Twitter, que es donde más le pegan). Y es que, debe de
aceptarlo, como candidata ha resultado ser una monumental desilusión. Su
campaña, por el tamaño de los errores que ha presentado, más parece que se
postula a la presidenta de la sociedad de alumnos de la Ibero (aunque se
avergüence, hay que recordarle que estudió ahí) que a la de la República. Para
hacer pinitos ya tuvieron la interna del Partido (mieles que los otros dos no
disfrutaron) y ni aun así la están sabiendo hacer.
Ahora, yo creo que a Chepina
alguien debería de decirle que hay que aguantarse y no chillar (si puedo, se lo
digo yo al rato que me llame por teléfono desconsolada como cada noche;
recuerden que si le digo todo esto es porque la quiero, no porque la quiera
chingar, aunque parezca. El amor tiene diversas formas de demostrarse, qué
quieren), que no solamente a ella la joden día, tarde, noche y madrugada. La
invito a ver los hashtags, por ejemplo, que aparecen favoreciendo a Peña Nieto y que lea lo que escribe la gente al respecto.
Se daría cuenta de que mucho amor, mucho amor, no le profesan. Lo mismo al
Peje, que de los más suavecito que le dicen es que ya padece demencia senil.
Ora cosa, las tundas no se dan
únicamente en las redes sociales. Lo que ahí se refleja es sólo un pequeño alumbrón
de lo que ocurre en el mundo de adeveritas. ¡Si no por nada le ocurrió lo de
Tres Marías (que seguramente se convertirá en un clásico)!
A ver, Chepina, estás en una
campaña presidencial, los madrazos van a estar a la orden del día de aquí hasta
el día de las elecciones y, tal vez, todavía después. Ante los ataques hay que
actuar inteligentemente y en lugar de ir berreando por los rincones, se debe
diseñar una estrategia para responderlos con astucia. Sin embargo, ya sé que no
debería de sorprenderme que sea esto último que digo, justamente lo que NO
hagas porque, si hay algo que tu equipo ha demostrado no tener es astucia,
precisamente. Pero bueno, quien por su gusto muere…
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